Una vez llegados al Casal Vilaplanenc, decidimos la ruta. To'tieso p'arriba. Así es cómo arrancamos la mañana subiendo por Les Tosques. El camino se hace pesado de principio, está encementado y desde el minuto 0'00'' se sube, sin darte tiempo a calentar. Una vez llegados al tramo empedrado en sí, Les Tosques, el paisaje te envuelve, y las penas se hacen menos penas ... pero sigue subiendo. Yo enseguida noto la falta de entrenos y el calor, y decido andar más que correr, ya habrá tiempo de diversión. Llegando al pueblo de La Mussara, las vistas son espectaculares. Es una mañana de cielo azul y claro, y se empieza a agradecer la matinal, a pesar de la dureza del camino. Arriba, paramos un par de minutos para la foto de rigor y enseguida empezamos el descenso, después de contar el número de campistas en la zona, bien en furgo, bien en tienda. Me imagino las vistas del Camp de noche y pienso que podría estar bien acampar alguna vez.
El descenso lo tomamos con calma. Hoy el suelo no está ni mojado, ni encharcado, ni embarrado ni en definitiva, en unas condiciones díficiles cómo lo ha estado las últimas 3 ó 4 veces que he pasado por ahí en el último mes. Aún así, es una tramo con mucha piedra y roca suelta, cosa que hace que casi nunca apoyes los pies en firme. Decidimos no bajar por Els Garrigots, sino bien por Campanillas, bien por Les Tosques. Finalmente, nos quedamos con la primera opción, que también es la primera que nos topamos en el camino. Y sin desmerecer ni lo más mínimo el descenso por Les Tosques, ¡benditas Campanillas! El primer sector no es sólo espectacular, sino insano. Cada giro en curva es de ángulos rectos lindando con vacíos sólo camuflados por la espesa vegetación, que imagino se abriría y te engulliría cuál bosque encantado en caso de que tus pies no respondan al mensaje del cerebro de ¡frena! . Avisar al que te sigue con un ¡Cuidaoo! no es cosa de APM, si no de buena persona. Aprovechamos para echar alguna foto en en rinconcito que bien lo merecía, y Prospero aprovecha para explicarme una aventura suya de cuando se calzaba culottes de jovencito y subía en mtb por Campanillas ... lo suyo es de locos, pero así los quiere nuestro señor. Amén.
Justo para cuando el camino se hace más sereno, nos encontramos con el grupo de Carlos que un domingo más rondan la zona. A ellos les queda el tramo más duro, a nosotros, el más rápido. y es que ya nos hemos encendido y no hay vuelta atrás. Echamos leña a nuestros hornos y volamos raso. El camino lo permite, se ha ensanchado algo, es más bien liso y los pies se pueden apoyar en firme, siempre y cuando no pises raíces. Hemos alcanzado la zona por la que suben las torres de luz y ya no vamos bajo bosque. De repente veo que Prospero derrapa levantando una nube de polvo que lo cubre todo (licencia de autor, ni derrapa ni levanta nube de polvo) Avituallamiento. Hay un cerezo. Dan ganas de no moverse de ahí. Nos movemos, no es plan. Y así enfilamos el último sector en el que el camino vuelve a ser encementado, hay masías alrededor y ya divisamos Vilaplana. Se agradece hacer caminos nuevos para la vista y los sentidos.
El descenso lo tomamos con calma. Hoy el suelo no está ni mojado, ni encharcado, ni embarrado ni en definitiva, en unas condiciones díficiles cómo lo ha estado las últimas 3 ó 4 veces que he pasado por ahí en el último mes. Aún así, es una tramo con mucha piedra y roca suelta, cosa que hace que casi nunca apoyes los pies en firme. Decidimos no bajar por Els Garrigots, sino bien por Campanillas, bien por Les Tosques. Finalmente, nos quedamos con la primera opción, que también es la primera que nos topamos en el camino. Y sin desmerecer ni lo más mínimo el descenso por Les Tosques, ¡benditas Campanillas! El primer sector no es sólo espectacular, sino insano. Cada giro en curva es de ángulos rectos lindando con vacíos sólo camuflados por la espesa vegetación, que imagino se abriría y te engulliría cuál bosque encantado en caso de que tus pies no respondan al mensaje del cerebro de ¡frena! . Avisar al que te sigue con un ¡Cuidaoo! no es cosa de APM, si no de buena persona. Aprovechamos para echar alguna foto en en rinconcito que bien lo merecía, y Prospero aprovecha para explicarme una aventura suya de cuando se calzaba culottes de jovencito y subía en mtb por Campanillas ... lo suyo es de locos, pero así los quiere nuestro señor. Amén.
Justo para cuando el camino se hace más sereno, nos encontramos con el grupo de Carlos que un domingo más rondan la zona. A ellos les queda el tramo más duro, a nosotros, el más rápido. y es que ya nos hemos encendido y no hay vuelta atrás. Echamos leña a nuestros hornos y volamos raso. El camino lo permite, se ha ensanchado algo, es más bien liso y los pies se pueden apoyar en firme, siempre y cuando no pises raíces. Hemos alcanzado la zona por la que suben las torres de luz y ya no vamos bajo bosque. De repente veo que Prospero derrapa levantando una nube de polvo que lo cubre todo (licencia de autor, ni derrapa ni levanta nube de polvo) Avituallamiento. Hay un cerezo. Dan ganas de no moverse de ahí. Nos movemos, no es plan. Y así enfilamos el último sector en el que el camino vuelve a ser encementado, hay masías alrededor y ya divisamos Vilaplana. Se agradece hacer caminos nuevos para la vista y los sentidos.
vaya pinta de runnergays!!!
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